La sonrisa de un maestro
…detrás esta la gente que necesita
su música bendita más que comer.
Joaquín Sabina
…detrás esta la gente que necesita
su música bendita más que comer.
Joaquín Sabina
A mis compañeros aprendices de maestro
A la maestra Ileana
A la maestra Ileana
El timbre que anuncia la entrada-el cambio de hora-el descanso-la salida, los pupitres, pizarrón verde o panel interactivo, un patio, ventanas, graffiti, libros, cientos de alumnos; pero siempre en cada uno los mismos ojos, decenas de maestros; pero siempre en cada uno la misma sonrisa.
Al ir caminando por la calle y ver pasar a un montón de adolescentes entre 11 y 14 años puedes afirmar con gran seguridad que se trata de estudiantes de secundaria, es muy sencillo deducirlo por su rango de edad, pero así de sencillo resulta distinguir a un maestro entre otro grupo de personas con otra profesión: Un maestro siempre tiene esa sonrisa como una invitación a confiar en él, si ves a un maestro entre ingenieros, abogados, médicos o arquitectos, podrás distinguirlo porque logra la atención de los demás sin gran esfuerzo, esto entre otras cosas debido a que puede adecuar su conversación a cualquier horizonte, después de todo es un maestro.
Todos lo escuchan siempre, gracias a esa autoridad que le ha sido revelada, como si desde la antigüedad griega los dioses hubieran dado al maestro ese don, imaginemos a Júpiter, a Atenea o alguna otra deidad concediendo tal privilegio. Un maestro no se conforma, sabe que sobre su espalda pesa tanta responsabilidad, se trata de la responsabilidad ante el saber pero le da gusto llevarla y sufrirla para después disfrutar de ella. Un maestro no pasa de moda, mientras en algún momento a todos les de fiebre de ser cantantes de rock, presidentes de la república, poetas o astronautas, un maestro siempre será indispensable.
Un maestro no rechaza su competencia más acérrima: los libros, antes bien los abraza, ambos se alían, aprende y se gasta los ojos con ellos, no los guarda en un cajón, los lleva siempre y los recomienda, él sabe que son otros buenos maestros. Un maestro es humilde y si no está seguro de algo porque tiene ya tanta información que como pasa en la memoria de la computadora es necesario mandar archivos de vez en cuando a la papelera de reciclaje, el maestro tiene el valor de reconocerlo pero sabe hacerlo con personalidad, invitando a consultar y renovar la información. Un maestro es una lámpara en un laberinto. Nos da luz pero no decide a donde será dirigida después, la luz es el conocimiento, cada uno sabe a donde proyectarlo en la vida.
Las escuelas que hemos visitado tienen pupitres algunos nuevecitos, otros más viejos que nosotros mismos, pizarrones con tecnología o con tiza, algunos alumnos utilizan fichas bibliográficas otros el buscador en la Web, aquellos llegan en coche a la puerta de la escuela con el ipod en las manos, estos otros caminan terracería durante minutos, los maestros también son diferentes, pero insito, los mueve lo mismo, y comparten esa sonrisa que te invita a confiar en ellos. Siempre esa sonrisa ¿La reconocen? Seguro la han visto antes, empieza a tomar forma frente al espejo.
2 comentarios:
La sonrisa es el reflejo de hacer lo que te gusta, agradezco al destino coincidir contigo y con el grupo en el camino de la enseñanza-aprendizaje que pregonamos sin cansancio. Que sigan esas reflexiones y ese optimismo también.
pHola amiga!
si, tu texto lo dice todo... lástima que no todos podamos ser capáces de encontrar su esencia, la esencia de esta profesión tan hermosa y humana...
te quiero codazona!
y me encanta compartir esta etapa contigo... como una Laura y Rosy que alguna vez conocimos entre páginas polvo de un albúm fotográfico viejo jejeje
besos
hilda
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