jueves, 19 de enero de 2012

El último y nos vamos


Dónde está la otra yo.
Otro semestre que termina, una razón para festejar, motivo suficiente para sentir que los nudos en la espalda se sueltan un poco, respirar profundo y decir "ya casi". Sin embargo, no me siento con ánimo de celebrar, no estoy contenta conmigo, con mi yo estudiante, no me gusto, pero luego pienso en mis otros yo, la yo-mamá, la yo-esposa y la yo- mujer que trabaja. Es que todas ellas han estado cumpliendo sus respectivos roles a medias.
Me siento muy triste de no poder estar con Dylan, de tener que hacer tarea por las noches, de no preparar mis clases con más entusiasmo. ¿Qué estoy haciendo mal? Lo que es definitivo es que sin el apoyo de mi madre no podría terminar con la escuela pero siento que necesito más apoyo, siempre más, más tiempo, más amor, más sueño, más energía, más comprensión, más, que debo dar más de mí. Hay alguien más de quien he aprendido con el ejemplo y me ha apoyado pero a quien agradeceré luego, porque por ahora no es momento.
Me siento muy cansada de la rutina de la mañana, levantarte, hacer la maletita, preparar a Dylan, arroparlo bien y viajar de Monterrey para Apodaca para después regresar a Monterrey, parar en la escuela hasta las 12:00 y después correr para Apodaca de nuevo, al trabajo, para salir y dirigirnos de nuevo a Monterrey para dormir y al día siguiente igual. Parecen excusas. Siento que soy naturalmente mala pero sé que no, y a veces me arrepiento.
Ya quiero terminar este ciclo pero quiero hacerlo bien, con el respeto que mi carrera y mi trabajo merecen. Ya basta de mitades, de ojos adormilados, de días sin noches. Hay que hacer algo, hay que aprender y prometo que esto no me vuelve a pasar. La mitad de mí que es más fuerte, que no se conforma, que lucha, ama, se dedica, canta y logra, la estoy esperando, está conmigo pero está como dormida. Este ciclo será diferente porque será mejor, es hora de andar bien despierta, con los ojos bien abiertos, disfrutando todas las maravillas que Dios me regala en los amaneceres, en los besos de Dylan, es las miradas de Jim que me abrazan.
Amo ese lugar.

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